Héctor Salazar, ingeniero en sistemas computacionales, dedicó 18 años de su vida a la industria tecnológica, trabajando codo a codo con su hermano. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando sus hijas, Brenda y Jessica, recibieron unos patines de Reyes Magos. Decididas a estrenarlos, acudieron al parque Naucalli, donde encontraron a un profesor de patinaje artístico sobre ruedas. Este deporte, hasta entonces desconocido para ellas, les llamó la atención por su belleza y elegancia, y así comenzó una nueva pasión para la familia Salazar.

En su juventud, Héctor había practicado deportes como el fútbol americano y el baloncesto, y su amor por el arte y la música lo llevó a tocar la guitarra clásica durante varios años. El patinaje, que combina arte, expresión y deporte, se convirtió en la actividad perfecta para él. Su dedicación y talento lo llevaron a ganar competencias, y cuando su entrenador se mudó de ciudad, Héctor tomó una decisión valiente: dejó atrás su negocio y profesión para convertirse en entrenador de tiempo completo, dedicando su vida al patinaje y al entrenamiento de sus hijas.

Impulsado por el sueño de su hija Brenda de competir en el mundial de patinaje artístico sobre ruedas, Héctor se capacitó intensamente para mejorar sus habilidades como entrenador y proporcionarles a sus hijas las herramientas necesarias para sobresalir en el deporte. Además de entrenar a Brenda y Jessica, formó un equipo de patinadoras exitosas (@skatewarspatinaje) que, durante más de 10 años, se han destacado en los juegos nacionales CONADE. Su esposa e hijas juegan un papel fundamental en este equipo, cada una aportando desde su talento particular.

Como papá y entrenador, Héctor se enorgullece de los logros de sus hijas y alumnas, guiándolas para que brillen tanto en la pista de patinaje como en la vida. “Los entrenadores somos formadores de talento” afirma y la disciplina que se desarrolla en el deporte es un cimiento muy importante para lograr el éxito. También enfatiza la importancia del apoyo familiar en el desarrollo del talento de los niños. Apoyar a los hijos y ser parte de sus logros nutre el alma y demuestra que, con trabajo y esfuerzo, todo es posible.

Héctor Salazar es un ejemplo de cómo el amor y la dedicación pueden cambiar vidas y ayudar a alcanzar metas increíbles. Su historia es una inspiración para todos aquellos padres que apoyan a sus hijos en sus pasiones, demostrando que, con esfuerzo y compromiso, los sueños pueden hacerse realidad. El patinaje no solo ha sido un deporte para su familia, sino una fuente de unión, disciplina y crecimiento personal; una inspiración en cada paso de su camino.

Para Héctor, patinar es sentir la velocidad y la libertad, pero sobre todo, la satisfacción de enfrentar retos y alcanzar grandes logros desarrollando habilidades técnicas.